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La historia de Lobita se puede empezar a escribir desde que la adoptamos, ya que según nos dijeron en La XANA, en casi dos años que estuvo en la Protectora, nadie supo ver su belleza, tanto exterior como interior. Cuando vi su foto por internet me enamoré de ella, y sin pensarlo fui a verla y conocerla. La verdad es que su reacción hacia mi fue de total indiferencia un dÃa tras otro cuando la iba pasear (me imagino que pensaba que yo era una voluntaria más de las que les van a dar paseos habitualmente, y ella se limitaba a disfrutar de su paseo). Y un dÃa me la llevé a casa. Fue tremendo, se volvÃa loca encerrada en casa, pasamos las primeras 24 horas fatal con ella, no podÃamos ni abrir las ventanas porque, por donde fuera, se querÃa escapar. Al dÃa siguiente decidimos devolverla a la Protectora esa misma tarde y, como era verano y hacÃa buen tiempo, la dejamos atada fuera de la casa. Cual fue nuestra sorpresa cuando la vemos en la puerta de la casa toda contenta moviendo la cola, se habÃa soltado del collar y se fue a buscarnos. Pensé: si ha tenido la oportunidad de irse y no se ha ido, ya no se va. Y no, no se fue; hoy sigue con nosotros y con su gran familia perruna y gatuna casi un año después y estamos todos encantados. Ya ha sacado su verdadero caracter: juguetona, obediente, leal, cariñosa... la compañera perfecta que nadie supo ver, pero ahà estaba, esperando encontrarnos...
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