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Nicolás es un pequeño superviviente, un perro valiente con una triste historia, pero con final feliz.
Nicolás vivía en Valencia, con unas personas que no debían quererlo mucho porque lo tiraron por la ventana y de la caída se fracturó sus dos patitas delanteras. Pero, por si eso fuera poco, el pobrecito terminó con sus huesos en la perrera donde iban a sacrificarlo de inmediato.
Pero una voluntaria de una protectora se cruzó en su camino, vio su carita y lo salvó de la muerte. Como allí no tenían medios para costear su operación, se pusieron en contacto con La Xana, que a pesar de que no le sobran precisamente los dineros, lo que sí le sobra es valor y decisión. Se trajo a Nico para Asturias, se pidió colaboración a los asturianos a través de la TPA y de Internet y llegaron las ayudas, de Asturias y otras partes de España. Nico pudo ser operado y vino a mi casa en acogida, en diciembre de 2007, mientras se recuperaba, pero… ¿quién puede mirar su carita y decirle adiós? Nosotros no pudimos y decidimos adoptarlo y ahora es parte de nuestra familia, junto con Bugy, la perrita y Skipy el gato.
Desde el primer día Nico demostró su buen carácter y que no había perdido la confianza en el ser humano, a pesar de que había conocido su peor cara. Siempre agradecido, siempre cariñoso, siempre alegre a pesar de los hierros que llevaba en sus patitas y que le dificultaban la movilidad.
Ahora ya recuperado del todo, pero con la secuela de una leve cojera, que más que cojera parece “un andar con gracia”, es un perro feliz, que corre, salta, mueve la cola con alegría y nos recibe con carantoñas y lametones, cuando llegamos a casa.
A él no le importa lo que pasó, ni su cojera. Disfruta de la vida, del cariño que le damos, de los paseos, siempre alegre, siempre agradecido. Las fotos que yo le hago, no le hacen justicia porque es un perro guapísimo además de bueno.
Por eso pienso muchas veces, que los animales son un ejemplo de coraje, valentía, superación y nobleza, que muchos humanos deberíamos seguir.
Gracias a la chica de Refugiocán en Valencia, que le salvó la vida; a La Xana que le dio una oportunidad de recuperarse; a Yolanda, que fue quien lo acogió primero antes e inmediatamente después de su operación y a María la veterinaria que tan bien se portó con él.
Gracias al esfuerzo y cariño de todas esas personas, Nicolás es hoy un perro feliz y nos hace feliz a nosotros.
Texto enviado por Susana Suárez Ochoa
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