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Marcos tenÃa una perrita pequeña, Luna, y cuando se murió de viejecita no podÃa soportar la pena y el vacÃo que le quedó. Decidió adoptar otra inmediatamente, pero por aquella época todas las cachorras que tenÃamos iban a ser muy grandes de mayores; a él no le importaba el tamaño, pero se dejó aconsejar y tuvo la santa paciencia de esperar hasta que le llamamos para decirle que tenÃamos a la perrita que nos parecÃa más adecuada para él: una perrita de seis meses, cruce de teckel y schnauzer, cuyos dueños, con todo el dolor de su corazón, no podÃan seguir atendiendo, se llamaba Luna.
Después del atragantón que se llevó por la coincidencia del nombre (incluso pensó si se le podrÃa cambiar) quedamos para que la viera y fué un auténtico flechazo, mutuo.
Luna (que se sigue llamando asÃ) ha resultado ser un auténtico trasto cariñosÃsimo que les ha vuelto a llenar la casa de amor, no para de jugar con el gato, no se cansa de pasear y de jugar, y tiene una vida social muy intensa, tiene montones de amigos, tanto humanos como perros, pero su favorito es el de las fotos, un cachorrón de Pastor Alemán al que ha conocido cuando sale con Marcos, que está encantado con ella. Luna es feliz, Marcos también, y nosotros estamos encantados de haber sido los intermediarios.
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