Por: Gemma BlancoDicen que los perros abandonados son los más agradecidos con las familias que les dan su segunda oportunidad. También es cierto que las personas que optan por la adopción suelen acudir al centro dispuestas a ofrecer a su nuevo can todo lo que sus ex dueños no le dieron. La unión de ambos factores suele resultar muy bien, pero en ocasiones surge un serio problema: la ansiedad por separación.
Gemma Blanco, educadora canina, nos ayuda con sus consejos para que la adopción resulte un éxito y el perro no acabe devuelto por problemas de conducta.
La ansiedad por separación tiene una sintomatología amplia. El apego hacia el nuevo amo y seguimiento que al principio gusta al adoptante da paso a un hiperapego que se convierte en un inconveniente. El perro comienza a reclamar atención continua, ladra de manera compulsiva cuando se queda solo en casa, hace sus necesidades dentro de la vivienda o destruye cosas. Para no llegar a este punto, Gemma Blanco da estos consejos:
- Es fundamental cortar la expectativa de marcha. El perro siempre está dispuesto a salir a la calle con su amo, pero tiene que saber que en ocasiones se va a quedar solo y que no pasa nada. Para que esto resulte más fácil, es muy útil fijarle un sitio, una colchoneta, un sofá, una alfombra que sea suya y desde la que no tenga campo visual a la puerta.
- Quince minutos antes de marchar de casa hay que empezar a ignorar al perro. No hay que reñirlo, ni jugar con él y, por supuesto, nada de despedirse y darle explicaciones de adónde vamos ni cuánto vamos a tardar. Así no sufrirá la tensión de no saber si le toca ir de excursión.
- Al volver, lo mismo. Nada de recibimientos efusivos, por mucho que guste verlo emocionarse al llegar a casa. Es mejor esperar a que el perro esté tranquilo, y en ese momento llamarlo y darle todos los mimos del mundo. Así se fomenta la conducta tranquila.
- Jamás, cuando se pone pesado y exigente, se le puede hacer caso; entonces entendería que cuanto más gorda la armase, más caso le harían. La iniciativa de los momentos de relación tiene que partir del dueño, no del perro, y siempre desde la tranquilidad, no desde la excitación.
- Es bueno cansar al can con un buen paseo antes de una salida de duración larga.
- No se deben cambiar los hábitos del día de la compra o adopción. Desde el primer día debe llevar la vida que vaya a llevar. No es buena idea coger vacaciones o unos días libres para pasar 24 horas al día con el animal, que luego no entenderá que se tiene que quedar solo períodos de seis u ocho horas cuando la familia va a trabajar.
- El primer día es el mejor para aprender las normas. El animal está en un entorno nuevo y deseoso de aprender las bases de esa familia, pero desde el primer día. El lugar donde va a dormir tiene que estar decidido antes de llegar a casa y no cambiarlo; no se le puede permitir una conducta un día o durante una semana y después reñirlo o enfadarse por esa misma conducta.
- Se le puede poner su ración de comida antes de marchar para que se quede comiendo y se despreocupe por quedarse solo.
- Los juguetes interactivos refuerzan que el perro se quede entretenido intentando sacar el premio de su interior y además lo relajan mediante el mordisqueo del juguete, que resulta como una pelota antiestrés para los humanos.